México está en una encrucijada, está cambiando la forma de elegir a sus funcionarios judiciales, desde los más altos cargos de Ministro de la Suprema Corte de Justicia, hasta jueces del fuero común en toda la República.
A pesar que el tema es muy amplio, hoy solo me refiero a un tema en concreto: todo proviene de una reforma constitucional, la cual cambia las reglas, el método y a los miembros de las instituciones. Una reforma constitucional que refleja que la Constitución está en movimiento. Ese es el punto.
No me refiero a un reduccionismo en el hecho fáctico del cambio por el cambio, sino que la transformación se hace a través de una discusión muy pública y en medios masivos, así como redes sociales, restaurantes, espacios de trabajo y reunión de amigos, donde la ciudadanía empezó a familiarizarse con temas como: Corte, Legitimidad democrática, Amparo, Constitución, Representación, Mayoría calificada, Suspensiones de amparo, Sistema de representación, Equilibrio de poderes, Independencia; y así, hoy es más frecuente escuchar a la gente hablar y términos que parecían reservados al gremio de los abogados, politólogos o universitarios de carreras afines a las ciencias sociales, es ahí donde creo que empieza a cobrar un valor sustancial.
El gran jurista Gustavo Zagrebelsky decía que para que existiera una tradición constitucionalista debería haber primero constitucionalistas; ¿sería interesante preguntarle al maestro cuántos constitucionalistas considera que debe haber en un país? ¿Cuántos deberían estar autorizados y por quién, para hablar, dirigir discusiones, decretar argumentos y establecer dogmas? ¿Cuántos? ¿Veinte, seiscientos, cincuenta mil? ¿Después de eso, ellos tendrían la autoridad jurídica y moral para imponer ideas? ¿Para ser los iluminados del siglo XXII? ¿Después de ellos ya no habría posibilidad de consultar a las mayorías o minorías?
México aportó al mundo el Juicio de Amparo, institución jurídica que nos ha dado un reconocimiento internacional como precursores e innovadores, por eso sí creo que debemos seguir tomando esta postura de seguir siendo precursores en los cambios jurídicos y constitucionales; ¿podría haber equivocaciones? Sí. ¿Podrá haber grandes éxitos? Sí. ¿Puede haber ambas cosas? Por supuesto que sí. Yo prefiero esos escenarios a escenarios donde se infunda miedo, temor y se estigmatice de ignorancia a quienes sean agentes de cambio de estos nuevos tiempos del constitucionalismo mexicano. Lo valioso es ese debate, lo valiosa son las ideas, las propuestas, los cambios; así se formará una discusión con juristas nuevos y mejores, que se acostumbraron desde casa y siendo niños a escuchar temas que antes solo eran reservados para gremios y sectores, tener personas con criterio y vocación antes de entrar a una escuela de leyes, así podríamos ver frutos, y en algunos años tener mejores teorías del derecho, más dogmática jurídica y social, más propuestas, podrá seguirse escribiendo más sobre el constitucionalismo. Las ideas y personas que piensen diferente no desaparecerán, todo lo contrario, seguirán defendiendo sus convicciones y eso es valiosísimo, los que están siendo partidarios de los cambios deberán empezar a crear más ciencia jurídica y los que por ahora son espectadores, entonces podrán analizar, evaluar, exigir y un día—sí, un día—, podrán ser operadores jurídicos del constitucionalismo mexicano.
No importa que en diez años cambiemos el modelo, o que sigamos perfeccionándolo, no compremos los argumentos fáciles de que se desmorona lo construido, no creo que sea acertado, como siempre dije: no es ni la catástrofe que se dice, pero tampoco la panacea que se espera. Esto es una nueva etapa constitucionalista, depende de cómo estemos preparados para el momento, cómo respondamos como sociedad y del cómo elija la ciudadanía.
Esa oportunidad que tenemos la prefiero a optar por modelos moribundos y estáticos.
Max Weber decía “No se trata de profetisas ni demagogos. Se trata, más bien, de ayudar a formar opinión pública, continuando el estricto compromiso del estudio en la difusión y explicación […]”.
Yo creo que, al final, el Pueblo y el Estado permanecen, las Constituciones cambian…
