Con el fin del mes de mayo, se despiden algunos recuerdos y batallas internas. Mi memoria más preciada de este mes se remonta al sábado 11, justo después del Día de las Madres. El día anterior, nos reunimos en familia en Ciudad de México, cumpliendo todos los deseos de mi madre. Fue un día sumamente divertido, para ser honesto. Al siguiente día, sin motivo de celebración y con pocos planes en mente, decidimos dirigirnos a uno de mis cafés preferidos en la ciudad. Mientras deliberábamos sobre qué hacer, pedimos un par de cafés y algunos postres. Después de una búsqueda infructuosa de nuevas actividades, mencioné mi deseo de visitar la Cineteca Nacional. Había una película que había estado deseando ver durante varios meses, pero en Pachuca, donde resido, era difícil encontrarla. Todos estuvieron de acuerdo, y así fue como ejecutamos nuestro plan.

“Robot Dreams” (Mi amigo robot) es una película contemporánea dirigida por Pablo Berger, un cineasta español que basó su obra en la novela gráfica de la escritora estadounidense Sara Varon. La película es muda y animada, lo cual remontó a mi madre y a mí a nuestra infancia, recordando programas como Tom y Jerry, donde podíamos estar horas frente al televisor sin escuchar una sola palabra. En el caso de esta película, experimentamos algo similar; los personajes, a pesar de ser un robot y un perro, podían sentir, silbar, reír, caminar, bailar, pero a lo largo de toda la película, no pronunciaban ni una sola palabra.

Cuando anhelas ver una película durante mucho tiempo, a menudo la emoción inicial se desvanece una vez que comienza la proyección, pero esta vez no fue así para mí. La película superó mis expectativas, transmitiendo un mensaje profundo sobre la soledad, la amistad y las complejidades de la vida, exactamente lo que esperaba de una animación tan aclamada en los festivales del último año. Desde que escuché por primera vez sobre esta película, supe que era algo más que una simple animación.

Ese “algo más” resultó ser exactamente lo que esperaba. Un perro que compra un amigo robot por internet y que se convierte en su compañero inseparable, pero como siempre, la vida tiene sus propios planes. Esta premisa suscitó numerosas preguntas en mi mente. ¿Por qué, a pesar de todo, la vida continúa su curso? ¿Se podría haber hecho más esfuerzo para salvar a su amigo? ¿Ambos son culpables de lo sucedido? ¿Podrían haber sido felices con su nuevo amigo? ¿Han evolucionado o simplemente han sustituido la amistad?

Para mí, esta película es una obra imprescindible si buscas algo nuevo, un motivo para derramar algunas lágrimas, una película fácil de digerir, una banda sonora excelente y una obra que invita a la reflexión en muchos niveles. Compartir esta experiencia tan inmersiva como es ver cine de alta calidad en la Cineteca Nacional, con las personas adecuadas, es lo mejor que me ha brindado este mes de recuerdos.